EL DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA TE INVITA A LEER: LECCIONES DE EPICUREÍSMO

Se trata del libro “Lecciones de Epicureísmo” de John Sellars. Publicado originalmente en 2020, en 2022 la edición española. Es un libro cómodo de leer, y una buena oportunidad para conocer el epicureísmo e introducirse en la filosofía.
El epicureísmo viene, evidentemente, de Epicuro de Samos (341-270 aC), y es desde sus orígenes sinónimo de materialismo y hedonismo. Sí, es una reivindicación del placer como único fin de la existencia humana. Y sí, también es la afirmación (sin tragedia) de que sólo existe este mundo material, ciego y azaroso. Nuestra cultura occidental, basada en Platón, la Biblia y la Ilustración, siempre rechazó vehementemente esta doctrina.
El credo de Epicuro. ¡No necesitamos “otro mundo” ni un Alma inmortal para vivir y entender la vida, y tampoco para experimentarla con alegría! ¡Cuanta más importancia, dice Epicuro, demos al “otro mundo” y al Alma Inmortal, menos valor damos a éste y a nuestro cuerpo! No nos demonicemos a nosotros mismos por nuestra naturaleza material y mortal.
Epicuro (y otros al paso de los siglos; Filodemo, Lucrecio, Virgilio, etc.) se hacen la siguiente pregunta: qué necesitamos de verdad para sentirnos satisfechos. La respuesta es que todos queremos huir del dolor, que todos queremos vencer nuestros miedos, que todos queremos escapar de la insaciabilidad que nos agota y entristece. Dicho de otro modo, que todos deseamos una cierta fortaleza, serenidad y alegría ante los envites de la vida. A esto lo llama
Epicuro y sus seguidores la “ataraxia”.
Para esto puede ayudarnos la filosofía, pues nuestra inteligencia bien aplicada puede liberarnos de los miedos (a los dioses, a la muerte, a los otros hombres); puede alejarnos de la zozobra y la ansiedad; puede optimizar y dignificar el placer (porque no siempre lo menos es más); puede la razón, en definitiva, convertirse ella misma en fuente humana del placer; qué sino son la amistad verdadera o la misma filosofía.
En nuestra cultura platónica, cristiana y positivista se han contrapuesto el placer (“hedoné”) y la felicidad (“eudemonía”), dando a aquel un valor negativo como sinónimo de la pura dejadez y bestialidad. Nosotros, hijos como somos del placer más superficial, amnésico, inmediato y ciego, necesitamos defender el concepto de placer humano y digno de Epicuro.
No es una apología de la apatía, que nos vacía, duele y esclaviza. Tampoco se trata de buscar y justificar el placer físico a cualquier precio, sino de alcanzar la satisfacción que nos dignifica ante nosotros mismos en este universo ciego y fugaz, en esta sociedad global, compleja y escurridiza. El ejercicio de nuestra inteligencia puede convertirse en el mayor y más noble de los placeres, cuando con esfuerzo iniciemos el camino que esta filosofía nos alumbra. A este
tipo hombre, quizá, le corresponde hacer el futuro.

También recomendar la obra del propio Epicuro. No es mucho lo que de él se ha conservado.
Todo es de ágil lectura; La Carta a Meneceo o a Pitocles, y su Testamento son los escritos más bellos que de él hemos conservado.