Nuevamente, el departamento de Filosofía nos recomienda una lectura.
Esta vez Medusa, de Méndez Salmón.
“Medusa” (2012, en Seix Barral) de Menéndez Salmón, nacido en Gijón en 1971.
Prohaska es el ojo del horror, el desapasionado notario del espanto inagotable que le tocó vivir. Ni víctima ni verdugo sino testigo fiel de los Einsaztgruppen, los Lager, el Gulag, Hiroshima. Como fotógrafo, pintor y cineasta, “da fe del aullido del hombre y del silencio de los dioses”. Para Prohaska, “el daño, el dolor y la culpa son los únicos absolutos que existen. Lo único inacabable en el mundo es el dolor”.
Nunca entendió la existencia de otro modo Prohaska que como notario de la barbarie de que el hombre es capaz. Su genial y, para el espectador, lacerante objetividad y su neutralidad sentimental y moral, podrán repelernos, pero en un mundo tan absolutamente malvado y caótico, ¿qué motivos pueden hallarse para ninguna fe y esperanza?
No pertenece la obra a la trilogía del mal de Menéndez Salmón, y sin embargo el tema es el mismo. Monótona y lastimosamente el mismo; el daño, más allá de toda lógica, de que somos capaces unos hombres contra otros. Para qué entonces la escritura, o la amistad, o el amor… parece preguntarse una y otra vez Menéndez Salmón sin alcanzar ninguna respuesta. Queda en manos del lector la posibilidad de otro sentido de la historia.
Más que recomendable es la señalada Trilogía del Mal de este autor; La ofensa, Derrumbe y El corrector, tres novelas muy cortas de estremecida y cortante lectura.
