EL DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA INVITA A LEER

Un libro, ciertos libros, no se leen sólo para saber lo que en esas páginas impresas se dice; se leen principalmente para que el propio lector descubra qué piensa y siente él realmente. Un espejo donde reflejarse, para luchar contra lo feo y estéril que contemplamos y fomentar lo bello y bueno que también entrevemos. Filosofía, economía, cierta literatura, historia, arte, etc. Son campos propicios para este menester.

En esta ocasión vamos a recomendar y comentar muy brevemente el librito del antropólogo francés Marc Augé, nacido en 1935, “La condición humana”. El texto fue publicado en francés en 2021, la edición española es de la editorial Ático de los Libros y es de 2022.

La receta de la felicidad es simple y parece fácil; no tener ambiciones superficiales y centrarse en lo esencial, que son el amor, la amistad y la alegría de sabernos vivos. ¡Y cuidado, que esto que acabamos de decir es muchísimo! Sin embargo, esto es inalcanzable para la mayoría de las personas. La miseria material, el totalitarismo cercenador, el peligro creciente en las sociedades opulentas de la soledad, la hueca insatisfacción y el hastío, etc. El miedo a la muerte y a la vida, que a todos nos atenaza y desorienta algunas veces. El derecho a la felicidad es el primer derecho individual, y la sociedad, afirma rotundo Augé, ha de hacerlo posible pero nunca realizarlo ni imponerlo.

Cómo cumplimos la felicidad. Ésta, aunque atañe sólo al individuo, se ve limitada por las formas sociales y culturales en que se vive. Cada uno nacemos, nos construimos y nos autorreconocemos siempre en relación a los otros, a los demás, a la época y cultura que en suerte nos ha tocado. Las fórmulas que nuestra sociedad nos enseña para hacernos individuos constriñen siempre, paradójicamente, los deseos más básicos de cada uno. Con el prójimo, demasiadas veces, es como un querer y no poder, un gracias a ti y a tu pesar. El totalitarismo y la intransigencia surgen cuando los mandatos sociales son asumidos acríticamente, o simplemente cuando son impuestos. Pero no se trata, deja claro Augé, de esconderse tras un egoísmo ciego y hedonista (de esto ya hay demasiado) sino de descubrir cada uno en sí mismo la dimensión natural y genérica que nos fundamenta; la propia cultura, la ideología y la sociedad pueden ser trascendidas por el conocimiento de la pertenencia a la especie humana.

Porque, piensa Augé, la especie humana, el Homo Sapiens (sic), aunque solemos olvidarlo en nombre de nuestros prestados prejuicios, es una realidad biológicamente unida. Ante la existencia, desde hace cientos de miles de años, todos los seres humanos reaccionamos del mismo modo; curiosidad, miedo, alegría de compartir y de estar vivos, amor, desencanto, deseo de paz, lucha, etc.

No existe un paraíso perdió en la historia. Nunca existió el buen salvaje (frente al abominable hombre occidental, porque ya puestos abominables hay en todos los sitios y tiempos), ni se trata de repetir, asustados y perezosos, fórmulas históricas inocentemente imaginadas. O no tan inocentemente… Se trata de encarar el futuro globalizado (nunca el mundo fue tan pequeño ni tan extraño e inabarcable para cada persona) desde aquello que compartimos de modo natural, y que es mucho y es bueno, como especie.

En estas pocas páginas el antropólogo francés apunta -sólo apunta- otros muchos temas interesantes y que invitan al descubrimiento y la discusión. La estúpida (por innecesaria) sobreexplotación del planeta; la distinción cada vez más patente en todos los países entre los “excluidos”, los “consumidores y productores” (que constituimos, sobre todo en los países ricos, la mayoría ramplona y satisfecha) y los “nuevos ricos” (que lo son no sólo económicamente sino en capacidad de acceso al conocimientos); los movimientos migratorios (no sólo hacia Occidente), a los que mueve la esperanza y el hambre, y que llama Augé los caballeros andantes del siglo XXI.

Qué podemos pensar a partir del libro de Marc Augé. En positivo, puede prevenirnos frente a los populismos iluminados de cualquier tipo. Repito; de cualquier signo. En negativo ha de hacernos pensar si es realmente posible que las características buenas de nuestra naturaleza pueden vencer a nuestras tendencias naturales más dañinas también presentes. Este es el reto, dice el anciano Augé, de la educación. Esta es la única utopía posible, la batalla, que podemos ganar o perder, por una humanidad unida por el entendimiento y el corazón, y sin que ninguna institución -nueva o vieja, o del color que sea- pretenda administrárnosla.

Otras obras (un poquito más áridas) que podemos recomendar de Marc Augé. “El viajero subterráneo. Un etnólogo en el metro”, “El metro revisitado. El viajero subterráneo veinte años después”, “Qué es la antropología”.